Cuando
parecía que nada podía ser mejor en la vida de TJ Grant, todo dio un giro inesperado. A poco de la pelea
consagratoria de su carrera, por el título de las 155 libras de UFC, el 14
de diciembre de 2013 contra Anthony Pettis, TJ sufrió un fuerte golpe en un
entrenamiento que lo obligó no solo a bajarse del combate, sino a alejarse
temporalmente de la práctica de MMA.
Pero
no era la primera vez que le sucedía. La historia se repetía para Grant, quien
en una ocasión anterior también había debido renunciar a una pelea de título,
contra Benson Henderson, por otra lesión. En esa oportunidad fue reemplazado
por Pettis, quien vencería a Smooth y se quedaría con el cinturón.
Su
última pelea data de mayo de 2013, cuando venció a Gray Maynard por nocaut,
performance que lo colocó como el contendiente número uno. Pero la seguidilla
de lesiones y la consecuente imposibilidad de pelear y ganar su dinero lo
forzaron a buscar otro trabajo, tras seis meses en los que pudo vivir con
ganancias recaudadas anteriormente en UFC.
Antes de su alejamiento, TJ había cosechado cinco victorias consecutivas. |
La
vida cambiaba por completo para Grant. Alejado de los gimnasios, debió mudarse
para trabajar en una mina de potasio y así mantener a su familia.
“Para
ser honesto, yo no había tenido un empleo regular desde 2005. Tuve que hacerme
una vida. Cuando te lesionas, este es uno de esos deportes en los que puedes
vivir de lo que has ganado por un corto tiempo, no ganamos tanto como para no
tener que hacer otras cosas”, comentó TJ en una entrevista, y agregó: “Solo
estoy cuidando a mi familia y a mí mismo lo mejor que puedo en este momento”.
Hoy,
ya sanado de sus lesiones, evalúa retomar su carrera como artista marcial. Con
31 años, está convencido de que aún tiene mucho que dar en el deporte. “Me
siento saludable al 100 %. Siento cierta vacilación para volver a la
competición. Mi corazón quiere hacerlo, pero estoy tratando de ser inteligente.
Quiero tomar las mejores decisiones que me sirvan para ganar dinero”.
La
situación de TJ Grant es reflejo de la de muchos atletas que, al ganar dinero
por pelea, viven tiempos de extrema dificultad económica cuando las lesiones se
vuelven recurrentes. “Sé que en la lucha no hay garantías. Tengo una vida,
tengo una hipoteca y facturas que pagar. ¿Acaso debía dejar de trabajar, vivir
de mi tarjeta de crédito y seguir peleando aun con el riesgo de lesionarme
peor? El costo riesgo-beneficio es complicado. Igualmente no lo descarto.
Quiero pelear, amo hacerlo”.
Sin
dudas, TJ merece un regreso a UFC, y su caso debe ser un llamado de atención
acerca del escenario que se les presenta a no pocos luchadores, cuya vida parece
ser un paraíso mientras le rinden a la compañía, pero que quedan abandonados a
su suerte cuando se lesionan.
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