Cuando el pasado 23 de
febrero Ronda Rousey y Liz Carmouche pisaron el octágono más famoso del mundo —en UFC 157—, se estaba
dando un hecho histórico. Era la primera vez que se producía una pelea entre
dos mujeres en Ultimate
Fighting Championship. Por supuesto que los seguidores de las artes
marciales mixtas ya tenían noticias de estas dos mujeres, pues habían forjado
sus carreras, por ejemplo, en Strikeforce.
La novedad consistió,
entonces, en que el octágono de UFC les abriera sus puertas a dos
representantes del "sexo débil" —en verdad, en este caso no cabe la
definición— para disputarse un título mundial.
Ronda Rousey, la
campeona y poseedora de un récord extraordinario —hasta ese día, seis peleas
ganadas en el primer round, todas mediante llaves al brazo o armbar— se enfrentaba con Liz
Carmouche.
Ronda Rousey posa con Liz Carmouche, en el pesaje. |
Resultaba interesante el
choque, ya que la retadora había protagonizado combates más largos que su
rival, había sufrido más golpes, le habían sacado sangre de su nariz, como ella
mismo dijo, padecimientos que Rousey jamás debió atravesar.
Una de las preguntas era
qué pasaría si Ronda Rousey no podía vencer a Carmouche en el transcurso
del primer asalto; y el signo de interrogación se agrandaba conforme la
duración de la pelea se fuera incrementando.
Pero nada de eso
ocurrió. Y si bien ya sabemos el resultado, durante varios segundos los
seguidores de las MMA vibraron con la posibilidad de una verdadera sorpresa: al
minuto de pelea, Liz Carmouche logró tomar la espalda de una Rousey que salió
por todo aunque sin demasiado orden.
Al montar en la espalda
de Ronda, Carmouche intentó una estrangulación haciendo uso de sus brazos.
Cuando todo parecía terminarse —incluido el sueño de Dana White, presidente de
UFC, quien quiere Ronda para rato—, en un último arrojo de energía, la blonda
se enfocó ya no en proteger su cuello y rostro, sino en quitar una de las
piernas de Liz para restarle balance.
Dicho y hecho: aun con
sus piernas temblorosas, Rousey logró deshacerse y arrojar a su rival.
A partir de allí, una
nueva pelea comenzó. Ronda de pie, Carmouche en el suelo. La campeona golpeó
cuanto pudo y enseguida buscó ir a la lona para entrar en el juego que más le
gusta.
Allí, tomó en candado la
cabeza de Carmouche, que por momentos no podía oponer resistencia ante los puñetazos
de Rousey. En cuanto logró la montada completa, Ronda buscó de inmediato
la especialidad de la casa: el armbar.
Con apenas 55 segundos para terminar el primer round —y la duda de los
fanáticos de Ronda: ¿su cardiovascular aguantaría otro asalto?—, consiguió la
posición. Tras intentar doblegar la cerrazón de la retadora sin éxito, llevó a
cabo un cambio en su posición para vencer la traba y poner en riesgo el brazo
de Liz.
Claro que conociendo los
antecedentes de Rousey, Carmouche no dudó en tapear al instante, pues no quería
pasar a conformar la lista de chicas con brazos rotos, cortesía de Ronda.
Luego de una pelea muy complicada, Ronda se desahoga tras la victoria. |
Así terminó la velada de
UFC 157, celebrada el 23 de febrero pasado en Estados Unidos. La primera página
con letras rosas del libro de UFC se ha escrito y, por suerte, nos esperan
muchas más.
¡Salud, Campeona!
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